Hasta hace poco no imaginaba que podían hacerse, y había renunciado al merengue hacía años, un dulce que me gustaba mucho de pequeña.
Una vez re-descubiertos, subiré algunas recetas que llevan este ingrediente en su preparación.
Por ahora, estos pequeños bocaditos son perfectos como "chuches" para los niños. Chuches sanas a más no poder, salvo por el azúcar.
Para hacer esta receta, necesitaremos, simplemente, el agua de un bote de garbanzos, y azúcar y, opcionalmente, goma xantana. Yo he utilizado azúcar blanco para conservar el blanco, pero podeis usar el endulzante que prefiráis: panela, fructosa, sirope... el color de los merengues dependerá del endulzante. No os pongo cantidad de azúcar porque depende de cada gusto.
Para su elaboración, sólo se necesita una batidora. Cualquier sirve, pero si teneis de varillas, mucho mejor. También podeis batirlo a mano, aunque os llevará un poquito más de tiempo.
Este es el merengue que hizo mi amiga Violeta, con su hija Valentina y a fuerza de los cuatro brazos:

En ambos casos, la consistencia es la misma: como las claras a punto de nieve.
Para que os sea algo más fácil imaginar la textura, en este pequeño vídeo, podeis ver cómo queda:
Después los puse en el horno, en dos alturas, en porciones pequeñas, a temperatura suave con el horno abierto durante un par de horas. La idea no es que se cocinen como los merengues de clara de huevo, sino que se deshidraten.
También los puedes hacer en un deshidratador o poniendolos al sol hasta que queden crujientes.
He de aclarar que quedaron mejor los merengues que puse en la rejilla que en la bandeja, ya que los primeros tenían mejor ventilación.

En cualquier caso, también podeis comer el merengue "crudo", porque en realidad ya está cocinado, o usarlo para hacer esta TARTA DE LIMÓN CON MERENGUE DE AQUAFABA
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